LIMPIANDO NUESTRA MORADA




Días de Navidad; días de invierno; días cortos, con poco sol y frío, nieblas y lluvia en las calles. No apetece salir; apetece más quedarse en casa, viendo la tele, disfrutando de una buena peli, oyendo nuestra música preferida, o leyendo un libro compañero.
En un momento me levanté, deseando estirarme un poco, hacer un poco de ejercicio;  miré por la ventana y vi los árboles recién podados. Parecían desnudos, casi hasta heridos, maltratados; me dieron pena. Eché en falta sus largas y frondosas ramas anteriores. Estaba poniéndome triste. Pero pensé en positivo, busqué un “para qué”, y claramente entendí que era la forma de protegerlos y fortalecerlos para el siguiente ciclo anual de primavera, verano, y los próximos dos, tres o cinco años que no necesitarían una poda tan fuerte.
Además me di cuenta de otra cosa: que la desaparición de esas ramas me permitían disfrutar más de ciertas vistas que antes quedaban ocultas.
Y, finalmente, todo ello, me condujo a pensar si no sería un buen momento estas más horas invernales de estar en casa para hacer una poda y limpieza de todo lo acumulado que tenía en casa y que realmente no utilizaba, o no me servía ya para nada.
Por la edad que tengo y los numerosos cambios de residencia por los que he deambulado, varias veces he tenido que hacer este proceso; pero si hoy miro a mi alrededor sigo viendo el atesoramiento, la acumulación, que el tener y tener, el por si acaso, o el cariño afectivo a esas cosas que un día nos prestaron un buen servicio, nos recuerdan un regalo hecho con una especial significación, o fuimos muy dichosos con ellas, y que van formando poco a poco, casi sin darnos cuenta, lo que vulgarmente solemos denominar como “mi vida”.
Siempre me han impresionado las imágenes de gente que de repente pierde todo al quemárseles sus casas, o por una inundación (cada día más fuertes y sorprendentes en esta era de cambio climático que hemos ido creando)  y sueltan entre lágrimas esa frase de “Lo hemos perdido todo, aquí estaba toda nuestra vida”. Y realmente sentimos que es así, que así se refleja en sus miradas perdidas; y, sin embargo, lo cierto es que hasta ese momento sus vidas habían sido todo lo que habían realizado; y sin duda, en muchos casos, afortunadamente, esas personas, esas familias, suelen rehacer sus vidas, porque a veces, muchas veces, una verdadera desgracia de ese tipo nos hace reaccionar hacia lo que realmente tiene valor, nuestras vidas, y no las cosas materiales que hemos acumulado.
Pero es cierto que es muy fácil hablar desde la comodidad de mi hogar sin haber pasado por esas circunstancias. Y ya no digamos nada si hablásemos de esos millones de refugiados que cada día vemos huir de sus lugares de nacimiento, de sus países, por culpa de la guerra o de la pobreza, sin nada más que sus manos y la inmensa pena, tristeza, amargura, de haber perdido realmente todo, hasta sus más próximos familiares, y con la carga de sentirse cada día más como perros hambrientos y abandonados como así les tratamos los países ricos, la gran Europa, católica, y dueña de “los valores” que llenan la boca y los bolsillos de muchos.
También me viene a la mente el recuerdo de una persona allegada que se pasaba horas y horas, días y días, mirando los álbumes de fotos y repitiéndose cuánto había perdido, cuán feliz había sido, mientras que a mí su voz queda y penosa me transmitía una sensación de verdadera tristeza y melancolía. Aquella había sido realmente parte de su vida; pero una parte que ya había pasado y que ella se encargaba de mantener viva.

Pero volvamos a la realidad más común de cualquiera de nosotros. Miremos a nuestro alrededor: nuestro rincón de trabajo habitual, la habitación de un niño, el rincón de los medicamentos, o los armarios de ropa…

Papeles viejos, periódicos y revistas, propaganda de ofertas de todo tipo ….y hasta libros y novelas que ya no son más que una acumulación de polvo
Juguetes y más juguetes porque toda la familia, por cada pretexto comercial, “tiene” que regalar un juguete a los niños, que ya ni los saben apreciar, ni les proporcionan los dos grandes valores educativos de un juguete: desarrollar la creatividad imaginativa, y potenciar el sentido del cuidado de los bienes escasos. Son cosas de usar y tirar, una vez, quizás unos días, ….y a por el nuevo
Ropa que ya no usamos, por unas razones u otras, ….y que tanta utilidad pueden tener para otras personas sin posibilidades económicas
Medicamentos, comprados por si acaso, por inercia, por costumbre, sin medida…

¿Por qué no dedicarnos a limpiar nuestra casa, nuestro entorno, de todo lo que nos sobra?
Recuerdo, hace muchos años, la primera vez que asistí a un taller con el nombre “Limpiando nuestra morada”. Recuerdo que lo primero que me impactó en el taller fue el concepto de “casa o morada”. Nuestra casa o morada ¿son las cuatro paredes de ladrillo dentro de las cuales vivimos?  No vamos a negar la importancia de la vivienda para el ser humano, tan básica como el comer, pero desde una perspectiva antropológica de desarrollo del ser humano, desde la vida en las cavernas, hasta nuestros días, hemos pasado por hábitats nómadas, dependencia de una tribu, relevancia del núcleo familiar, importancia de las tierras cultivadas, casas y hábitats municipales estables, y residencias o pisos tal como hoy los podemos concebir.
Pero la realidad es que examinando esa evolución se puede concluir fácilmente que la persona va siendo cada vez más ella misma y la relevancia de la morada física “propia” puede llegar a ser mínimamente irrelevante en casos como políticos, militares, hombres de negocio y ciertas profesiones que, como suele decirse, “se pasan más tiempo fuera de casa que en casa”, o  “su casa es el avión y los hoteles”…
Nuestra casa física está llena de cosas que quizás debamos tirar, limpiar, clarificar; pero ¿cómo de llena tenemos nuestra casa mental y afectiva?, ¿hasta qué punto estamos llenos, desbordados, ensuciados por nuestras creencias, emociones, traumas, o prejuicios?.
Nuestra vida, nuestra “morada” no la llenamos exclusivamente de cosas materiales, sino, sobre todo, de cómo vamos haciéndonos según vivamos nuestras experiencias. Y tan insano puede ser la repetición de ver fotos de momentos mejores de nuestra vida pasada, como el repetir cada día pensamientos y sentimientos condicionantes y anulatorios.
Igual que con carpetas de papeles acumulados, medicamentos, juguetes, o ropa que ya no nos sirve, que ya no nos son útiles, igualmente debemos abrir nuestras ventanas mentales y afectivas y hacer limpieza de lo que nos estorba.
Navidad es sinónimo de “nacimiento”, de “volver a nacer”; es como la nueva planta que nace de la semilla enterrada. Pero el nacimiento, el crecimiento, no puede tener lugar en un espacio ocupado. Para que podamos sentirnos limpios, nuevos, tenemos que quitarnos primero toda la suciedad que tenemos encima. Para sentirnos unas personas nuevas, tenemos que quitarnos de encima nuestros pensamientos y costumbres erróneas, inservibles.
Así que manos a la obra, ¡¡a limpiar nuestra casa!!....física!!!
¡¿Qué!?, ¿no estás diciendo que no basta con eso, que hay que limpiar nuestra casa interior??.
Mirad, los que hemos tenido la suerte de practicar ejercicios de risoterapia y musicoterapia sabemos perfectamente que poniéndose uno a reír, o a cantar, nuestro espíritu se torna inmediatamente en menos estresado y más alegre. Pues bien, yo os aseguro que si os ponéis a limpiar vuestra casa deshaciéndoos de todo lo que no necesitáis, vuestra morada interior también se sentirá más limpia y liberada para nuevos inquilinos más productivos.
Pero eso sí, tenéis que hacerlo de la siguiente forma:
En primer lugar tener claro que el proceso tiene dos fases o enfoques bien diferentes:

      *.- El primero es de enfoque propio, interno. En él os tenéis que centrar exclusivamente en el pensamiento de “liberaros vosotros de cosas innecesarias”
      *.- Mientras que el segundo, posterior y una vez acabado totalmente el primero, es el pensar en los demás: debéis tratar de reconducir las cosas que habéis descartado hacia las personas, o centros que puedan reciclar sus usos o finalidades
Respecto al primero, vuestro descarte, vuestra liberación, tenéis que esforzaros en cinco aspectos fundamentales:
1º)    Ser conscientes en todo momento del significado de la emoción que estáis sintiendo al decidir sacar de vuestro almacén físico-mental eso que os llena el espacio. Si en un principio sentís cierta “pena”, o duda, tratar de contestaros a vosotros mismos lo racional, o simplemente emocional de esa sensación, y sed conscientes de los posibles engaños que os estéis poniendo de nuevo delante de los ojos
2º)   Id sintiendo el paulatino crecimiento de la sensación de bienestar al ir realizando esta tarea de limpieza y aseo personal, externo e interno.
3º)   Sed muy exigentes con vosotros mismos sobre la necesidad real de mantener ciertas cosas; para ello tratad de recordad cuántas veces las habéis necesitado en el año, y si tenéis otras alternativas que os pueden resultar igualmente útiles y satisfactorias
4º)  Sed muy limpios y ordenados en la limpieza. Este proceso os puede llevar varios días. No tenéis que hacerlo todo en un mismo día. ¡¡¡Pero sí debéis finalizar el proceso de limpieza diario!!, es decir: cada día sacar realmente de vuestras casas, de vuestras vidas, lo que en ese día hayáis decidido. No acumuléis, en otro sitio nuevo de almacén, lo que hayáis sacado de sus antiguos lugares.
5º)   Tened siempre en mente la figura y leyendas del hipogrifo…
 
…esa criatura imaginaria híbrida, de apariencia mitad caballo y mitad águila; simbolismo del pisar fuerte en la tierra y de poder volar por el cielo; de los impulsos de volar, viajar, buscar, luchar, liberar y triunfar (tal como se desarrolla en “Orlando Furioso”, de Ludovico Ariosto)


Somos dueños de nuestro destino, si tenemos decisión para hacerlo. 

Limpiar nuestra morada no debemos entenderlo tanto como enfrentarnos con nosotros mismos y con “nuestra vida” ¡¡pasada!!,  sino, por encima de todo, tener la ilusión de buscar nuevos horizontes….para lo que necesitamos estar livianos de cargas inútiles.


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Actualizo esta entrada añadiéndola un audio que me envió, desde Colombia, una seguidora del Blog y que creo que es interesante
https://drive.google.com/file/d/0Bzwb1uQ-4KvFS1FVZ1J5RGhSNFU/view?usp=sharing





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