¿POR QUÉ NO ACABAMOS LO QUE EMPEZAMOS?



Creo que hay dos temas que se corresponden con el objetivo y filosofía de este Blog mejor que ningunos otros: la muerte, que dejaré para otro momento, y el objeto de este artículo.
El empezar cosas, ideas, proyectos o acciones y no llevarlas a su término es una situación que se da en gran medida en una gran parte de nosotros. Para muchos no constituye ningún problema, y para otros es causa de graves trastornos psicológicos, traducidos principalmente en pérdidas de autoestima y en depresiones.
¿Por qué no acabamos lo que empezamos?, y ¿qué nos puede llevar realmente a acabar la realización de nuestros proyectos o trabajos?
Como veis planteo el tema desde una doble perspectiva: la negativa y la positiva. De alguna forma, según veremos luego, la ausencia, o carencia, de los aspectos positivos podrían ser las causas negativas y, al contrario, la ausencia de los factores negativos podrían ser las razones positivas del éxito. Pero este enfoque, a mí personalmente, no me llega nunca a satisfacerdel todo pues -aunque sea correcto- me resulta, en muchos casos, insuficiente, o demasiado excluyente, y os voy a poner un ejemplo fuera de este contexto: el tema de la salud o la enfermedad
Podríamos decir que una persona sana es la que no está enferma; y que una persona enferma es la que no tiene salud. Pero ¿cuántas veces hemos oído a un médico decir mientras atendía a un enfermo “….pero usted es una persona sana…” Efectivamente, cualquier persona sana, con una vida saludable, puede tener un resfriado, un cólico de riñón, o romperse una pierna. Son situaciones temporales y puntuales que no menoscaban la situación global estable (esencia) de esa persona.
Pues bien, respecto al caso que nos ocupa yo lo veo de la misma forma. Si una persona está “focalizada” hacia los aspectos positivos, podrá ser afectada de forma temporal y concreta por los negativos, no tendrá “ausencia” de ellos, sino que su enfoque positivo siempre saldrá a flote. Es decir, en esto, como en todo en la vida, no todo es blanco o negro, sino muy diferente tonalidades de grises según las proporciones de unos o de otros. Ya lo iremos viendo aplicado al tema de análisis

Hay otro factor que también es importante a la hora de “¿valorar?” el nivel (frecuencia) de terminación, o no, de los proyectos: los diferentes tipos de personalidad de cada cual. (Ver capítulos  2105 y  2106 del Blog “Como Ser y VivirFeliz), ya que existen cuatro características caracterológicas que determinan claras diferenciaciones ante las posibilidades de concluir, o no, los proyectos:
a)     El nivel de “creatividad” y ensoñación
b)     La sensibilidad a las influencias de los demás
c)      El sentido del deber
d)     La capacidad de resistencia a las dificultades
Todos somos distintos, tenemos distintas características, distintas facultades, distintas potencialidades, y por tanto es impensable que todos actuemos con los mismos baremos de exigencia y … “¿perfección?”

¿Hay que acabar siempre todo lo que se empieza? ¿Es esto lo “sano”?
Vamos a plantearnos por qué no acabamos lo que empezamos, y si hay remedio para esto. Pero ¡¡ojo!! porque en la literalidad de este planteamiento hay un presupuesto oculto que hay que sacar a la luz y cuestionarlo. Leed por favor de nuevo la frase anterior: … y si hay remedio para esto”. ¿No os dais cuenta de que en esta expresión subyace la afirmación de que “no acabar las cosas que se inicia “es malo”? Y esta es la primera cuestión que debemos rechazar de nuestro pensamiento y sentimiento: el acabar, o no, una acción iniciada puede ser tan bueno y acertado como inapropiado y rechazable; dependerá de cada caso, de cada persona, y de cada situación. Y para conseguir eliminar este “prejuicio” de nuestra forma de pensar y sentir lo primero que vamos a ver es
¿Por qué hacemos las cosas?                  ¿Por qué dejamos de hacerlas?
  1.- Por necesidad                                             2.- Por suficiencia, o dispersión
  3.- Por sentido de obligación                        4.- Por rebeldía
  5.- Por condicionantes sociales                    6.- Por elección alternativa
  7.- Por falta de libertad                                 8.- Por acción negativa directa
  9.- Por deseo                                                  10.- Por incapacidad
 11.- Por auto-motivación                              12.- Por desmotivación
 12.- Por satisfacción interna                         14.- Por Insatisfacción

Un cuadro construido con una doble columna y con una apariencia de razones o factores en oposición, o contradicción…. que en cierto modo sí será así, pero que iremos viendo que no es tal el espíritu de este cuadro, sino meramente una imagen que nos va a facilitar todo el proceso de exposición que vamos a hacer sobre el tema

Lo primero que encontramos es la realización de las cosas “por necesidad”.
Es curioso comprobar cómo hasta las personas más ocupadas y estresadas, “sin tiempo para nada” dejan lo que estén haciendo (trabajo, comida, acompañando a alguien, etc…) para hacer eso que imperiosamente tienen que hacer, como estar a la hora precisa en un juicio, coger el tren,  pagar un recibo, ir al médico, etc…. El cumplimiento de una “necesidad”, la satisfacción de una necesidad, es el motor más genético del ser humano, y el que más nos impulsa a actuar. 
Pero si miramos a la parte derecha del cuadro, veremos que he puesto las palabras  suficiencia” y “dispersión”, como factores que determinan la posibilidad de dejar cosas a medio hacer, o sin razón aparente para ello.
Voy a empezar con la palabra “dispersión”. Con ella se entiende (en el contexto objeto de este artículo) la situación más frecuente de dejar las cosas sin acabar  y que a menudo lleva a estados de estrés y necesidad de psicoterapia: cuando la persona “quiere hacer tantas cosas” que le es imposible abarcar toda,s y lo que en principio puede ser una actitud simplemente proactiva y creativa, con una posible “dificultad” de falta de tiempo (para todo), se transforma en una imposibilidad de discernimiento para priorizar actividades, lo que arrastra la espiral de confusión, estrés y “no acabar nada”
Con la palabra suficiencia hago referencia a las dos posiciones, normal y patológica, de la satisfacción de la necesidad. Cuando algo que necesitamos lo obtenemos en grado “suficiente” es normal que podamos dejar de seguir con esa actividad. Por ejemplo: supongamos un joven que está en sus primeros meses en una empresa internacional y no sabe ni una palabra de inglés; puede sentir la necesidad-conveniencia de aprender ese idioma, por lo que destina parte de su tiempo diario a ello en unas clases de inglés, ….hasta que “siente” que el nivel que ha adquirido le permite moverse en su trabajo con posibilidades y seguridad que antes no tenía. ¿Tiene que sentirse mal, frustrado, e inútil por dejar de seguir estudiando inglés hasta lograr el título de Cambridge? No, en absoluto, él “ya se siente suficientemente satisfecho”
Pero hay otro ángulo de esta satisfacción de “¿necesidades?” que sí puede significar un estado insano, y es la deformación tan extendida en nuestra sociedad consumista de “crearnos necesidades” falsas; necesidades generadas por ese “siempre más” que tanto caracteriza nuestra sociedad. Y una de estas necesidades falsas es precisamente la del “tener que hacer” más y más, no por lo que se haga, sino por el mero hecho de hacer.
Lo veremos en el punto siguiente cuando hablemos de “la obligación”
¿Cuál es el remedio para estas situaciones anómalas: Pues recuperar la capacidad de discernimiento y priorización en base a un adecuado “plan de vida” (Ver a este respecto CoherenciaVital)

Ahora voy a comentar conjuntamente las razones señaladas con los números 3 a 8

En primer lugar nos encontramos con la obligación, con el sentido del deber, con la responsabilidad.
En la imagen que he colocado a la izquierda de este texto se encuentra una de las frases que yo considero más positiva para el crecimiento personal, pero, a la vez, muy peligrosa llevándola al extremo. 
Yo la he empleado mucho con los jóvenes, frecuentemente influenciados negativamente por la idea de que son los demás los que deben sacarles las castañas del fuego. Es importantísimo que cada uno de nosotros adquiramos esta virtud, esta consciencia, de la responsabilidad de nuestro hacer, o no hacer. 

Pero ¿qué puede pasar?, dos cuestiones muy negativas y conectadas entre sí: la primera que convirtamos la responsabilidad en culpabilidad: que nos sintamos culpables “si no somos nosotros los que hacemos todo”; y la segunda que --por ello-- acabemos perdiendo la perspectiva de nuestro puesto en la realidad de la vida, generando una verdadera dificultad de relaciones con los demás

Junto a este factor, se encuentra el grupo de lo que yo denomino condicionantes sociales, entre las que destaco las siguientes:
La primera es la que denomino “condicionamiento de atribución cualitativa”
Recién acabada mi carrera, en mi primer trabajo, hice un curso de Gestión de Recursos Humanos en el que oí por primera vez un principio de gestión de personal que luego lo viví continuamente en mi vida profesional, y hasta en la particular, y es el de “condicionamiento de atribución cualitativa”. Esta estrategia consiste en “condicionar” la disponibilidad total de un empleado en base a atribuirle cualidades positivas únicas en el grupo: “el más puntual”, “el que nunca tiene inconveniente para meter una hora de más”, “el que nunca deja un trabajo a medias”, “el único que siempre está dispuesto a echar una mano a los demás”, etc, etc,.  Os puedo asegurar que es una estrategia que da frutos, y que es empleada en muchas empresas para conseguir esos “condicionados laborales” dispuestos a lo que sea
En el plano particular, o familiar, conozco el caso de una chica que siempre era el paño de lágrimas de toda la familia, y el apoyo y consuelo de todos las demás, siempre sonriendo, siempre alegre, siempre escuchando y ayudando…. hasta que un día estalló y lloró desconsolada gimiendo que ya estaba cansada y que ella también tenía problemas y necesidad de que la escuchasen y la apoyasen
La segunda es la del “compromiso social
En todas las estructuras sociales, desde la familia hasta las más importantes empresas, partidos políticos, etc., hemos construido la idea de que cuando alguien deja a medias una cosa, o abandona una idea, o un grupo, …ha “roto su compromiso” y debe ser estigmatizado por ello. Se convierte en una persona no de fiar; una persona con la que no se puede contar
La tercera es la que denomino “condicionante de la madurez
Consiste en la imposibilidad de muchas personas de atreverse a dejar a medias algo para evitar ser juzgados de caprichosos, inconstantes o inmaduros; cuando en realidad los sentimientos y facultades que subyacen en estas personas son las de la ilusión, la pasión, y el gusto por probar y aprender. En realidad no es que estas personas no sepan lo que les gusta o lo que quieren hacer, sino que les gustan, les atraen, les ilusiona muchas cosas.
La cuarta, la más común y dañina, es la de “atribución de rol”. Ejemplo típico: “la ama de casa”, la mujer cumplidora, la amante sumisa. Es decir: personas que hacen y hacen cosas “porque es su papel en la vida”

Finalmente, otra situación de “hacer falso” es cuando hacemos las cosas “tal y como nos indican” aquellos de quienes dependemos. Son las situaciones que yo encajo en la “falta de libertad”. Las distingo de las de “obligación” porque a éstas las enfoco desde la perspectiva de sentimiento del deber interior, mientras que las de este grupo las identifico con obligatoriedad externa. Son las situaciones típicas del trabajo por cuenta ajena en que te ves obligado a hacer las cosas que te manda el jefe y tal como te las mande, o las de los hijos no independizados. En esta línea se encuentran también las situaciones de empresas familiares, o herencias profesionales como farmacias, comercios, restaurantes, etc…. en que los hijos se ven obligados “a seguir los pasos” de sus padres y continuar con el negocio familiar

En todas estas situaciones se hacen las cosas de forma forzada, faltando libertad, faltando deseo, faltando voluntariedad, faltando auto-motivación. Por ello es normal, lógico  --y quizás hasta sano--  que se rompa con esas situaciones. Como dije al principio, esto dependerá muchísimo de la tipología de la personalidad de cada cual y de su concreta situación personal, familiar, patrimonial; pero, en el contexto de este artículo, lo que significa es que una persona puede tener muchas razones “sanas” para no acabar trabajos, o dejar cosas empantanadas.


Pasemos ahora a comentar la columna derecha del cuadro anterior, y en concreto los números 4, 6 y 8, los tres como factores o razones para no acabar las cosas o situaciones anteriores. La 4 y la 6 parecen claras, todos las comprenderemos sin problema. Solo quiero añadir un par de matices: El primero, el ya repetido de la importancia de los rasgos de personalidad de cada cual. De ahí, el segundo matiz: la gran diferencia entre el 4 y el 6 es que en el primero nos guía simplemente el deseo de acabar con lo anterior, mientras que en el 6 nos guía una acción pro-activa y positiva de elección de una alternativa diferente.

Como dije anteriormente los 14 puntos recogidos en el cuadro no son relacionables uno a uno como opuestos  al de su mismo nivel, sino que pueden encontrarse en todos nosotros, en diferentes momentos, cualquiera de ellos en un grado mayor o menor.
Así, podemos ver a dos personas con la misma “frecuencia” de abandono de tareas, una por mera “rebeldía”, (o inadaptación), y otra por búsqueda incesante de su deseo o pasión, de aquello que realmente le satisfaga; ….como veremos más adelante

Uno de los motivos que más frecuentemente se dan en nuestra vida, principalmente en nuestra etapa de juventud  es la denominada “Influencia negativa (directa) de los demás, que no solamente es una de las causas más frecuentes sino, además, una de las que conlleva a la peor situación de malestar o crisis psicológica. Frases como “No puedes”, “déjalo ya”, “esto es una tontería”, “te vas a arruinar”, “qué van a pensar los demás de ti”, etc… se convierten en pesadísimas losas sobre los sueños y deseos de las personas que, poco a poco, van perdiendo la seguridad en sí mismos, la autoconfianza, y entran en procesos de desmotivación, o incluso depresión, y con el tiempo una situación crónica de imposibilidad de aspirar a nuevos proyectos

La siguiente causa es la que denomino “Incapacidad”. Este término ha de entenderse no como situación de minusvalía  físico-clínica, sino en el plano psicológico y en el técnico. Cada persona tenemos nuestras capacidades y facultades y así como en el párrafo anterior me refería al dañino impacto del “no puedes” puesto por los demás sobre nuestros proyectos, el conocerse y aceptar nuestras propias limitaciones, por nosotros mismos y no por lo que digan los demás, es tremendamente saludable.
Vuelvo a repetir algo que ya dije anteriormente: tenemos que saber que “no tenemos ninguna obligación” de acabar algo por y para los demás; nuestra salud, nuestra felicidad consiste en que hagamos lo que deseemos hacer, o deseemos hacer lo que hagamos. El “sufrimiento” para que no nos tachen de inútiles, vagos, cobardes, etc… no debe ser un “valor” a tener en cuenta; sino que, por el contrario, saber aceptar nuestras limitaciones, y retirarnos a tiempo es el camino más rápido y seguro para reencontrar cuanto antes una nueva alternativa a nuestros sueños y aspiraciones.

Con lo anterior entro en el grupo de los números 9 a 14: “Deseo”, “Motivación” y “Satisfacción”, en sus vertientes de activación y de abandono.
Es evidente que lo contrario a la necesidad, al compromiso y a la obligatoriedad, es hacer las cosas porque son nuestros sueños, nuestros deseos; y es ésta la fuerza y razón que genera realmente nuestras mejores acciones ya que en ellas solemos volcar todas nuestras capacidades físicas, técnicas, intelectuales y psicológicas. Y ¿por qué las presento y comento así, en conjunto?; porque, como ya he señalado, para mí todo esto es un proceso continuado, que seguirá un camino con más o menos pendientes, con más o menos altibajos, con más o menos desviaciones, y a lo largo del cual el concepto-sentimiento de “satisfacción” será el aglutinante y soporte del mismo, o el elemento de desintegración.
Quiero decir que en todo proyecto: estudiar una carrera, escribir una nueva novela, preparar la participación en un campeonato de tenis, o una nueva relación de pareja, como ejemplos, el proceso se inicia por un deseo, y se complementa y desarrolla cada día en base a sentir una clara motivación, pero es que ese desarrollo, en sí mismo, y no solamente la meta final, ha de procurarnos una continuada satisfacción, porque si no es así, si en un momento determinado dejamos de alimentarnos de esa satisfacción diaria del proceso, automáticamente surge y crece la desmotivación y la insatisfacción.
Marie Forleo es una de las comunicadoras motivacionales más conocidas que ha trabajado mucho este tema. Tiene varios vídeos al respecto (porejemplo este que os enlazo), y ha hecho famosas sus "cuatro estrategias básicas para lograr acabar siempre todo lo que inicias”, y la primera de estas reglas básicas dice exactamente lo contrario a lo que yo acabo de afirmar: “Deja de pensar que tienes que disfrutar del proceso en todo momento”. Si se profundiza en las ideas de Marie Forleo, realmente no es que sean tan contrarias a lo que yo he dicho anteriormente, sino simplemente que ella se focaliza en técnicas y estrategias para conseguir siempre el éxito material-profesional en un proyecto, y en ese ámbito cualquier nivel de esfuerzo y sacrificio, ¡¡cualquiera!! es siempre necesario, mientras que el enfoque que yo doy siempre a mis escritos es que por encima de todo está la salud, el bien-sentirse de la persona.
Pero también digo siempre que lo importante es el propio crecimiento personal, y ese solo se consigue con diferentes opiniones y puntos de vista, con nuestras propias elecciones, y con la aplicación de todo lo aprehendido a nuestro día  a día. Así que quedaros con lo que creáis que os es más conveniente

¿Cabe, pues, finalizar este artículo con algún  “consejo” para “conseguir no abandonar los proyectos a medias”, o, por el contrario, “para abandonarlos”?
Evidentemente yo no voy a dar aquí ningún  “consejo”. El diccionario español atribuye este concepto (de aconsejar) a una acción directa hacia una persona, y yo aquí no estoy dirigiéndome a una única persona, sino a muchas, muy variadas y en condiciones muy distintas; así que cada cuál ha de saber cuáles son las razones, objetivos, y motivos que le pueden inclinar hacia “acabar sí o sí un proyecto”, o “abandonar un proyecto a medias”. Además, creo que a lo largo de este artículo he puesto un especial hincapié en destacar que ninguna de las dos opciones es  “la mala”
No obstante sí quiero señalar varias líneas de actuación que considero útiles en cualquier caso:
1ª.- “Orearse”, “tomar perspectiva”,  para no sentirse absorbido por el trabajo, sentirse mal, “agotado” y que surja la necesidad de dejarlo, o el hastío, el hartazgo y hasta el odio. Pequeñas pausas de unos 15-20 minutos (o más largo periodo de tiempo) para hacer algo totalmente contrario: si lo que nos agobia es de mucho ejercicio parar y buscar la paz y el silencio, y si es de concentración y sedentario, hacer ejercicio.  En ambos casos beber agua y procurar tomar el aire, el sol, o el viento

2ª.- Utilizar la ayuda de un “Plan de Vida” (podréis encontrar toda la construcción de un plande vida en este enlace)

3ª.- Despegarse de las ataduras “obligacionales” ya comentadas anteriormente (Locus de Control propio)

4ª.- Asumir que todo lo que tiene valor suele requerir un alto precio de esfuerzo, entrega y constancia; pero este esfuerzo nunca debe cambiarse por un sufrimiento; el esfuerzo nos debe ir proporcionando satisfacción.

5.- Pensar, sentir, vivenciar que todo cambio, o abandono, supone un “liberar espacio y tiempo”, es decir: una nueva oportunidad de hacer otras cosa, de emprender nuevos sueños y deseos

6.- Conócete bien, conoce tus facultades y potencialidades y oriéntate a su desarrollo, vuélcate y triunfa en aquello para lo que sabes que vales, en aquello que te apasiona

7.- Huye de los “tornados de acción”: la vorágine del hacer y hacer, más y más cada día

8.- Deja de ser perfeccionista; lo perfecto es enemigo de lo bueno; disfruta por lo que hagas, no creas que si no lo haces perfecto no has hecho nada

9.- Elimina de tu diccionario y de tu pensamiento la palabra “fracaso” cuando abandones voluntariamente un proyecto o te veas forzado a hacerlo. Nadie nos ha asegurado que por el mero hecho de ser personas siempre vamos a lograr nuestros objetivos y vamos a finalizar todo lo que empecemos. Nuestro éxito debe ser el saber recorrer el camino de crecimiento personal continuo, aprendiendo de nuestros aciertos y errores, no el mero hecho de acabar una acción emprendida. Nuestro éxito puede ser perfectamente el darnos cuenta de nuestro acierto en haberla abandonado.

(Podéis ampliar contenido sobre auto-motivación y des-motivación enel presente enlace)








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