Hoy
cumplo 71 años de vida. Es decir, hace 71 años de calendario que nací, 71 años que
(como suele decirse) “vine a este mundo”. Aunque ahora que he tenido tiempo de
recorrerlo me pregunto si realmente yo vine a este mundo.
Nada
puedo opinar de aquél 1946 post guerra civil porque en ese momento no se tiene
capacidad ni consciencia para recordar nada. Tampoco es fácil recordar nada de
los dos, tres, o cuatro primeros años. Pero si se recuerda perfectamente desde
entonces.
Lo
que pasa, es que los recuerdos son de hoy, de este momento. Hubo hechos
concretos, situaciones que se dieron objetivamente, pero nuestros recuerdos no
están basados en aquellos hechos reales sino en nuestras vivencias sobre los
mismos y las situaciones en que se produjeron. Esas vivencias impactaron en
nuestra consciencia y crearon unos sentimientos que nos hicieron pensar y
sentir sobre lo que estaba pasando, sobre lo que nos estaba afectando.
A lo
largo de los años, a ese almacén de vivencias sentidas y pensadas o
reflexionadas, se fueron añadiendo nuevas situaciones y nuevos sucesos que
volvieron a impactarnos y dejar su huella en nosotros, en nuestra mente y
también en nuestro cuerpo y nuestra alma. Pero en este transcurrir del tiempo
no solo fueron sucediéndose hechos y situaciones variables, sino también una
diferente y evolutiva forma de pensar según nuestros conocimientos, nuestras habilidades
y nuestra capacidad de gestionar nuestras emociones. Así se fue gestando y
evolucionando nuestro carácter y nuestra personalidad y, en definitiva, nuestra
forma de percibir el mundo, afrontarlo y sentirlo afín, o contrario a nuestra
propia esencia personal e individual.
Por eso,
después de 71 años de vivir la Vida, cada uno está en disposición muy diferente
de apreciación y valoración de la misma, y solo cada uno de nosotros, en lo más
profundo de nuestro interior, sabemos, sentimos, lo que la Vida nos ha
proporcionado.
Hace
apenas un par de semanas escuché un reportaje radiofónico sobre Violeta Parra,
la autora, chilena, de la canción que da título a este artículo. De esta
canción sabía que era una de las más cantadas en todo el mundo, en muy diferentes
idiomas, y por cantantes de los más variados estilos, y siempre lo atribuí a su
carácter “positivo”. Debo confesar que nada sabía de la vida de Victoria Parra,
y por tanto ni siquiera de la relación –aparentemente tan contradictoria- de la
creación de esta canción y la muerte de Victoria Parra por suicidio apenas cuatro
meses después de su presentación
A
continuación os pongo la letra de la canción, porque es importante leerla en
este momento, antes de continuar con mis pensamientos.
“GRACIAS
A LA VIDA”
Gracias a la vida que me ha dado tanto
Me dio dos luceros que cuando los abro
Perfecto distingo lo negro del blanco
Y en el alto cielo su fondo estrellado
Y en las multitudes el hombre que yo amo
Me dio dos luceros que cuando los abro
Perfecto distingo lo negro del blanco
Y en el alto cielo su fondo estrellado
Y en las multitudes el hombre que yo amo
Gracias a la vida que me ha dado tanto
Me ha dado el sonido y el abecedario
Con él las palabras que pienso y declaro
Madre amigo hermano y luz alumbrando
La ruta del alma del que estoy amando
Me ha dado el sonido y el abecedario
Con él las palabras que pienso y declaro
Madre amigo hermano y luz alumbrando
La ruta del alma del que estoy amando
Gracias a la vida que me ha dado tanto
Me ha dado la marcha de mis pies cansados
Con ellos anduve ciudades y charcos
Playas y desiertos montañas y llanos
Y la casa tuya, tu calle y tu patio
Me ha dado la marcha de mis pies cansados
Con ellos anduve ciudades y charcos
Playas y desiertos montañas y llanos
Y la casa tuya, tu calle y tu patio
Gracias a la vida que me ha dado tanto
Me dio el corazón que agita su marco
Cuando miro el fruto del cerebro humano
Cuando miro al bueno tan lejos del malo
Cuando miro al fondo de tus ojos claros
Me dio el corazón que agita su marco
Cuando miro el fruto del cerebro humano
Cuando miro al bueno tan lejos del malo
Cuando miro al fondo de tus ojos claros
Gracias a la vida que me ha dado tanto
Me ha dado la risa y me ha dado el llanto
Así yo distingo dicha de quebranto
Los dos materiales que forman mi canto
Y el canto de ustedes que es el mismo canto
Y el canto de todos que es mi propio canto
Me ha dado la risa y me ha dado el llanto
Así yo distingo dicha de quebranto
Los dos materiales que forman mi canto
Y el canto de ustedes que es el mismo canto
Y el canto de todos que es mi propio canto
Realmente
¿alguien puede pensar que la autora de esta canción pensase en suicidarse?
Nadie lo pensaría así, y así pensaba yo centrado exclusivamente en la canción
sin conocer nada de la vida de Violeta Parra. Por ello, tras las lecturas que
he hecho al respecto, tras el reportaje radiofónico que cité antes, he
encontrado las posibles explicaciones de esta aparente contradicción.
La vida
de Violeta Parra no fue realmente una vida llena de bienestar y satisfacciones
materiales, pero fue una mujer que VIVIÓ la vida a tope, una mujer que supo
encontrar las líneas humanistas de cuantos acontecimientos y situaciones la
rodearon.
Junto
a esta gran capacidad de VIVIR, su última etapa en Chile estuvo marcada por dos grandes desilusiones: la
poca aceptación popular que tuvo su proyecto de “La Carpa de la Reina” que ella
pretendió convertir en un gran centro de cultura folclórica, y el final de su
apasionada relación con Gilbert Flavé, y la marcha de éste a Bolivia.
“Gracias
a la Vida” está considerada por muchos como un “himno humanista”, una canción
llena de positivismo, un verdadero canto a la vida, pero basta echar un vistazo
sobre el resto de canciones que la acompañan en el álbum para comprender la
realidad interior de su autora. El álbum
se tituló “Las últimas composiciones”
(evidenciando una decisión clara), y en él se incluyen, además, canciones cono “Run-run
se fue p’al norte” (referida a la marcha de Gilbert Flavé), "Maldigo del alto
cielo", "Volver a los dicisiete" y "El Albertío”; a través
de las cuales Violeta Parra nos muestra con claridad impactante su estado de
ánimo falto ya de toda emoción motivadora para continuar en esta vida. Hay
dudas existenciales, hay dolores amargos no superados y hay hasta expresiones
de un odio profundo a todo lo que pueda uno encontrar a su alrededor. ¿Por qué
entonces quiso iniciar el álbum con la canción “Gracias a la Vida”? ¿Con
ironía, con hipocresía?. Yo no lo creo así; creo que fue simplemente su
testamento, su vaciarse totalmente de todos sus sentimientos; desde los más
positivos y agradecidos hasta los más rencorosos. Quizás, como alguien opinó en
su día, “se quedó sin el amor y sin el odio suficientes para seguir viviendo”
Pemitidme
que os ponga aquí dos ejemplos parciales
De
la canción “Run-run se fue p’al norte”
Run-Run
siguió su viaje
llegó
al Tamarugal.
Sentado
en una piedra
se
puso a divagar,
que
si esto que si lo otro,
que
nunca que además,
que
la vida es mentira
que
la muerte es verdad,
ay
ay ay de mí.
La
cosa es que una alforja
se
puso a trajinar,
sacó
papel y tinta,
un
recuerdo quizás,
sin
pena ni alegría,
sin
gloria ni piedad,
sin
rabia ni amargura,
sin
hiel ni libertad,
vacía
como el hueco
del
mundo terrenal
Run-Run
mandó su carta
por
mandarla no más.
De la canción
“Volver a los diecisiete”
Lo
que puede el sentimiento no lo ha podido el saber,
ni
el más claro proceder ni el más ancho pensamiento,
todo
lo cambia el momento colmado condescendiente,
nos
aleja dulcemente de rencores y violencias
solo
el amor con su ciencia nos vuelve tan inocentes
Y la letra completa de “Maldigo del Alto Cielo”
Maldigo
del alto cielo
La
estrella con su reflejo
Maldigo
los azulejos
Destellos
del arroyuelo
Maldigo
del bajo suelo
La
piedra con su contorno
Maldigo
el fuego del horno
Porque
mi alma está de luto
Maldigo
los estatutos
Del
tiempo con sus bochornos
Cuánto
será mi dolor
Maldigo
la cordillera
De
los andes y de la costa
Maldigo
señor la angosta
Y
larga faja de tierra
También
la paz y la guerra
Lo
franco y lo veleidoso
Maldigo
lo perfumoso
Porque
mi anhelo está muerto
Maldigo
todo lo cierto
Y lo
falso con lo dudoso
Cuánto
será mi dolor
Maldigo
la primavera
Con
sus jardines en flor
Y
del otoño el color
Yo
lo maldigo de veras
A la
nube pasajera
La
maldigo tanto y tanto
Porque
me asiste un quebranto
Maldigo
el invierno entero
Con
el verano embustero
Maldigo
profano y santo
Cuánto
será mi dolor
Maldigo
a la solitaria
Figura
de la bandera
Maldigo
cualquier emblema
La
venus y la araucaria
El
trino de la canaria
El
cosmos y sus planetas
La
tierra y todas sus grietas
Porque
me aqueja un pesar
Maldigo
del ancho mar
Sus
puertos y sus caletas
Cuánto
será mi dolor
Maldigo
luna y paisaje
Los
valles y los desiertos
Maldigo
muerto por muerto
Y al
vivo de rey a paje
Al
ave con su plumaje
Yo
la maldigo a porfía
Las
aulas, las sacristías
Porque
me aflige un dolor
Maldigo
el vocablo amor
Con
toda su porquería
Cuánto
será mi dolor
Maldigo
por fin lo blanco
Lo
negro con lo amarillo
Obispos
y monaguillos
Ministros
y predicantes
Yo
los maldigo llorando
Lo
libre y lo prisionero
Lo
dulce y lo pendenciero
Le
pongo mi maldición
En
griego y español
Por
culpa de un traicionero
Cuánto
será mi dolor
Bien, no quiero extenderme más sobre Violeta
Parra, sus canciones, y su muerte. Cada uno, según su curiosidad y deseos podrá
profundizar en un sentido u otro.
Quiero volver a mis años vividos, a los
recuerdos, y a los pensamientos y sentimientos actuales.
2016 ha sido para mí un año muy
duro en el plano de los sentimientos, de las ilusiones y de las desilusiones; y
el conjunto de los tres últimos, y las perspectivas que imagino para el presente
tampoco supusieron ni suponen un marco pleno de esperanzas; pero he leído una y
otra vez cada párrafo de la canción, y
la he escuchado por diferentes cantantes que aportan a la misma diferentes
entonaciones, y me doy cuenta que sigo pudiendo decir con absoluta sinceridad “Gracias
a la Vida”, no por lo que me ha dado, que también, sino por la posibilidad que
en cada momento me da de vivirla de nuevo de forma diferente, ya que éste es
precisamente el signo de no estar muerto en vida.
Ni se nace feliz, ni se puede comprar un
seguro de felicidad en el súper, pero sí se puede descubrirse uno feliz cada
mañana al despertar en un nuevo día, ….al menos, si se tienen ya 71 años.
Hay gente de mi edad que piensa, siente, se
dice a sí misma que “está llegando al final de su vida”. A mí esta forma de
delimitar la vida por el calendario me parece poco sana; es evidente que en
esos términos la realidad es que nos queda por delante menos años de calendario
que los que ya hemos dejado atrás; pero un día es lo mismo que dos, que tres,
que una semana, que un año o que veinte….si no se VIVEN, si no se sienten cosas
nuevas, emociones, en cada uno de ellos; por tanto, la VIDA que nos queda es la
que seamos capaces de disfrutar, de sentir cada día y cada hora.
Gracias a la Vida que me ha permitido
conoceros y teneros como amigos. Vosotros hacéis mi día a día, y así hago yo mi
caminar, mi seguir mirando adelante, …quizás solo ya adelante.
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