Tenía
23 años; acababa de finalizar la carrera; estaba haciendo las prácticas de alférez
de las milicias universitarias en el cuartel de Garellano, en Bilbao. Estaba de
guardia; media tarde; los soldados salían a su paseo hasta la hora de retreta que
debían estar de vuelta en el cuartel. Un soldado se me acerca y me dice-pide: “Mi
alférez, ¿me da permiso para no venir a dormir esta noche?”. Yo le contesto: “No,
no puedo darte ese permiso”. Me mira y añade: “Pero a Vd. ¡¿qué le importa, qué
más le da?”. Añado en mi contestación: “Efectivamente a mí me da lo mismo que
duermas aquí o donde quieras, pero yo no puedo darte ese permiso”. … Y así una
y otra vez hasta que se cansó y se marchó.
Puedo asegurar que desde aquel día han
sido muchas las veces que he tenido que escuchar la misma frase de “¿¡pero qué te importa, a ti que más te da!?”,
en situaciones varias de mi vida profesional, de mi vida familiar, y de mi vida
social. Momentos, situaciones, en las que alguien te pide algo, algo que tú
estarías dispuesto sin duda a dárselo, concedérselo, sin más, como mera ayuda
desinteresada, pero que por algún motivo sientes claro que “no debes” hacerlo
por una cierta razón de ética o equidad.
Traigo
esto a propósito de un caso que me ha sucedido esta semana. Como todos mis
amig@s sabéis, mi Blog “Cómo Ser y VivirFeliz” es la traslación en 100 capítulos de un curso de gestión emocional
diseñado para su desarrollo en la universidad. De estos 100 capítulos 14 son
test. Estos test yo los diseñé y los ofrezco gratuitamente a todos los
seguidores del Curso. Sin embargo, al estar en la red, este “ofrecimiento
gratuito” se convirtió en general para cualquier lector que lo encuentre ahora
aunque no haya sido seguidor del Curso. Yo esto lo acepté plenamente desde el
primer día y con sumo gusto estoy atendiendo gratuitamente a toda persona que
me lo solicite.
Estos
test están construidos en la plataforma Excel y son de una gran facilidad de
utilización. De ellos hay uno, el NEO-PI-R, test de personalidad, que llama
poderosamente la atención por su gran reconocimiento científico y por su
aplicabilidad en procesos de selección de personal. Como digo, a toda persona
que me lo ha pedido se lo he proporcionado.
Hace
unos días recibí una nueva petición de dicho test. Por la redacción de dicha
petición noté algo diferente. La persona que me lo solicitaba me informaba ya,
de cara, que lo necesitaba para una autovaloración personal cara a un puesto de
trabajo. Me facilitaba su teléfono para que le llamase ya que quería hacerme
algunas preguntas más sobre el test.
Junto
al envío del test, le contesté que no le llamaba de momento y que creía que lo
importante era que realizase primero el test, que observase los resultados, y
que tomase consciencia de qué le había podido sorprender y los sentimientos que
ello le proporcionaba. Una cosa es el test como herramienta, y otra es el
enfoque del Curso -de desarrollo personal- en el cual yo aportaba dicho test.
La herramienta no está separada de la filosofía del Curso
A
vuelta de correo me volvió a escribir dándome las gracias por haberle mandado
el Test, pero pidiéndome que le indicase cuáles son las preguntas y forma de
responderlas en las que él se debe concentrar para lograr las mejores
puntuaciones en los 6 factores, o características personales, que más le van a
requerir para lograr el trabajo. (me indicaba dichos requerimientos)
¿Qué
me cuesta a mí contestarle tal como él quiere?, ¿qué me cuesta a mí hacerle el
favor de ayudarle a conseguir este trabajo?. “¡¡Qué me importa; qué más da?!!”
Pero
yo pensé, sentí, que si mi ayuda fuese para pasar un examen en la universidad estaría
exclusivamente ayudándole a él, sin perjuicio directo a nadie; pero ¿y si por
esta ayuda a él impido que sea otra persona la que logra el puesto de trabajo?.
Yo creo que una persona debe conocerse, saber cómo es y cómo se comporta, y
optar a los puestos de trabajo con sus verdaderas capacidades. ¿Sería ético por
mi parte propiciar una selección por haberle facilitado las contestaciones de
determinadas preguntas aunque el resultado final no se
corresponda con los rasgos de personalidad reales de esta persona?
Ya
sé que yo no soy responsable de dicha empresa de selección; ni estoy trabajando
para nadie, ni de nadie me voy a llevar remuneración alguna; simplemente podría
ser que lo único que estaba haciendo era ayudar a quien me lo había pedido. Él
esta utilizando las armas que tiene a su alcance; está haciendo lo que puede
para lograr su objetivo, un puesto de trabajo tan necesario hoy en día. ¿Por
qué negarle esta ayuda?
No
sé. No sé si hago bien, o no con mi negativa. Solo sé que siento, como otras
veces, que algunos principios que llevo dentro me hacen actuar así. Lo siento
por esta persona, pero yo no me puedo traicionar a mí mismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario